No puede concebirse la existencia de una "ciudad" tan grande sin la presencia de un territorio con mayor o menor grado de dependencia. En el caso de Lambrica, el radio de acción pudo llegar a ser de varios kilómetros. De este territorio, protegido y controlado por la "ciudad", obtendrían los habitantes de Lambrica los recursos, ya fuesen mineros, ganaderos o agrícolas, que consumían, transformaban o transmitían. Podemos citar como ejemplos la carne, los cereales, el lino, el hierro o el oro.
Sólo con la relación de control-dependencia con el territorio circundante, puede ser explicada la magnitud de esta gran citania de "A Cidade", cuyo solar servirá, tras la cristianización, para el aprovechamiento comunal de pastos, maleza, madera y leyendas de dos humildes parroquias gallegas: San Cibrao das Las y San Xoán de Ourantes.
Los gastos del edificio, las excavaciones y la musealización de los escasos fondos que han quedado en el yacimiento suponen una considerable sangría de dinero público, gestionados por manos privadas, pero con una muy pobre repercusión social y cultural. Además, es necesario recordar que una parte del yacimiento continúa dividido en pequeñas parcelas de titularidad privada.
La adquisición de esas parcelas debería ser una prioridad, antes de realizar inversiones costosísimas que, encima, afean el entorno. Es necesario hacer un difícil ejercicio "de interpretación" para intentar comprender la inclusión de tan horrible edificio en un espacio tan hermoso.
Es obligatorio el pago previo para visitar el museo, pero ni siquiera llegan a exponerse las piezas más importantes y relevantes encontradas en el castro. Las primeras excavaciones se realizaron en la década de los años veinte del siglo XX. Salvo interrupciones, algunas par razones obvias, se ha seguido excavando hasta casi la actualidad.
Son incontables los hallazgos, la mayoría en el olvido o perdidos, que se han llevado a la ciudad de Ourense, como ocurrió con el más famoso trisquel o con el anillo encontrado por Cuevillas.
La población tiene derecho a conocer, visitar, disfrutar y estudiar los artefactos y otros restos aparecidos en las excavaciones, especialmente en aquellas que las autoridades han subvencionado en su totalidad.
En las excavaciones actuales, los nuevos hallazgos tampoco se publicitan debidamente, salvo en las escuetas y oscuras notas de prensa, y no existe ningún catálogo, ni en papel ni en red que pueda ayudar al visitante, interesado o estudioso a acercarse un poco más a la vida de nuestros antepasados.
Como ejemplos de este modus operandi, de casi ocultación al público, podemos citar los casos de la cabeza humana y del trisquel pintado, encontrados ambos en 2016.